Lo que yo aprendí de mis cumpleaños…
- Por Sonia Meza
Nota: Ingrid Millican desde Piura, Perú ha escrito estos entrañables recuerdos de su infancia.
Cuando llegaba mi cumpleaños era todo un acontecimiento, no sólo para mí, sino para todos mis amigos. Mi papá se llamaba Dewitt Millican Woods y era el hombre más amoroso que yo he podido conocer y lo demostraba con sus hechos.
Para mostrarnos su amor, personalmente él se daba a la tarea de prepararnos la fiesta de cumpleaños perfecta. No sólo ideándolas sino poniéndose manos a la obra.
Heredó de sus padres Dewitt Millican Ferguson y Christina June Woods el arte culinario y muchas recetas que aun conservamos y repetimos que son propiedad de la familia y forman parte de nuestra Historia Familiar.
Todo era realizado por mamá y papá: pasteles, decoraciones y juegos ¡qué divertido era todo! Nadie se aburría, era como un festival en casa.
Las recetas tradicionales de la familia impresionaban a los invitados quienes disfrutaban de cada bocado y muchos refirieron que las galletas de avena eran sus favoritas.
El momento más esperado y gracioso era el de los juegos.
Mi favorito era el de atrapar la manzana. Debíamos “tratar” de morder una manzana que colgaba pendiente de una cuerda, sin valernos de las manos (atadas por la espalda), lo que hacía contorsionarnos mientras luchábamos por morder a esas escurridizas esferas rojas. Esto hacía que riéramos sin parar con cada participante.
Como cada niño amaba mis cumpleaños, y esperaba el día señalado el resto del año pero no solamente por la diversión y por sentirme la protagonista sino porque cada detalle de la fiesta demostraba el amor que mis padres tenían por nosotros. En especial mi papá, -seguramente extenuado luego del trabajo- dedicaba todo su tiempo libre o incluso en el que debía reponer fuerzas en crear momentos que duraran para siempre en nuestras memorias. Dedicaba su corazón y energía en hacernos reír.
De mis cumpleaños aprendí que cada minuto invertido en los hijos, es una brillante semilla de amor sembrada profundamente en sus corazones. Una semilla que nunca dejará de dar frutos.
El amor que siento por mis padres es inmenso y jamas me cansaré de dar gracias por el gran padre que tuve del cual nunca escuché un estoy ocupado, o estoy cansado.
Mercedes Olivares de Ardiles
agosto 31, 2015
¡Que hermoso lo que nos cuentas, querida Ingrid! y que gran padre el tuyo, su amor y preocupación son admirables. Hermosas las fotografías que guardas, sin duda un tesoro.. Conozco el juego de la manzana colgando y al leerlo he viajado a mi propia infancia ¡que manera de divertirnos con aquellos sencillos juegos! Un abrazo, Ingrid, y gracias por compartirlo…Cariños desde Chile