Genealogía y niños para una tarde de domingo

Genealogía y niños para una tarde de domingo

Domingo por la tarde. Está lloviendo y a través del cristal de la ventana se adivina el frío. Hemos decidido quedarnos en casa, pero la pila de películas que están situadas a la derecha del televisor han mostrado su título demasiadas veces como para resultar atractivas a ninguno de los miembros de la familia. Los libros ya han contado sus historias, los juegos de mesa han repartido entre todos victorias y derrotas durante muchas veladas… Es evidente que ha llegado el momento de buscar otra actividad familiar.

A nosotros nos gusta la genealogía y nuestros hijos lo saben. Nos han visto repasar una y otra vez un montón de papeles, escudriñar la pantalla intentando descifrar si se trata de una “i” o una “j”, darle vueltas y vueltas a la misma fotografía esperando que una repentina revelación nos recuerde el nombre del retratado…

¿Cómo contagiarles esta pasión? ¿Cómo transmitir el orgullo que sentimos por nuestros antepasados, por las vetustas tradiciones familiares, por las viejas anécdotas que, con mayor o menor fidelidad, nos han compartido en las cenas navideñas, en las bodas y en cualquier reunión familiar?

Está claro que no es cuestión de un domingo, ni de dos. Primero sembrar, después recoger. Pero si Uds. aspiran a obtener una espléndida cosecha, repasen con nosotros estos cuatro consejos para convertir a sus hijos o nietos en apasionados y efectivos investigadores de historia familiar. ¡Y todo empezará un domingo cualquiera! ¿Preparados?

1.- Jueguen. Diviértanse. Celebren su legado familiar

No se trata de imponer deberes, ni tampoco de atropellar a los niños con datos, nombres o lugares que apenas les sonarán familiares. Más bien, presente la investigación como un juego. Disfrazarse como los bisabuelos es un estupendo punto de partida para que los niños nos asalten con mil preguntas sobre su vida, sus circunstancias… Fabrique un puzzle con una fotografía familiar, organice un concurso de preguntas y respuestas que corone a aquel que más anécdotas conozca de la familia y llene las tarjetas de cuestiones divertidas e intrascendentes: “¿Cuál de los hermanos de papá no podía dormir si no se metía en la cama con sus gruesos calcetines verdes?” “¿Qué mote tenía en el ejército el abuelo Rufo?” Invente juegos, haga una fiesta, desafíe a los niños a imitar a un primo, a un tío… ¡será un domingo de risas y de familia!

2.- Cada nombre, una historia.

Todos nuestros antepasados tienen una historia. Asocie una parte de ella cada vez que un nombre salga a colación en su domingo de introducción a la historia familiar. “¿Sabías que tu bisabuelo fue alcalde del pueblo que visitamos el verano pasado?” Busque puntos en común con los niños, descríbales lugares y situaciones que les son familiares y atractivas. Su tío, por ejemplo, tal vez tuvo la misma pasión por el fútbol que ahora siente uno de ellos. O una prima abuela también tocaba el violonchelo. En las historias familiares, a poco que busquemos más allá del nombre y la fecha que figuran en nuestros árboles genealógicos, es fácil encontrar romances, aventuras, historias de superación personal, de sacrificio, de éxito contra todo pronóstico… cuénteselas, añada un poco de sal a la hora de presentar la narración -por supuesto, respetando la veracidad de la historia- y permítales enamorarse, asombrarse, reírse y enorgullecerse de su familia.

3. Hable de todos con amor y con humor

De nada le servirá desenterrar malos recuerdos, reavivar rencillas o emitir juicios negativos sobre sus antepasados. Más bien, presente el lado positivo de todos sus familiares. Vea los defectos con humor, haga bromas sobre la racanería de una prima o destaque la nobleza de un abuelo. Declare su amor por ellos y los más pequeños sentirán ese mismo amor como un estímulo para conocerlos mejor.

4. ¡Es hora de pasar a la acción!

No deje que la tarde llegue a su fin sin poner los cimientos para que sea la primera cita “genealógica” de muchas otras. Asigne pequeños desafíos a los más entusiastas y asegúrese de que obtienen experiencias gratificantes al resolverlos. Puede pedirles que graben a su madre hablando de los abuelos, puede invitarles a pedir a un tío que comparta su álbum fotográfico con ellos, tal vez organizar una competición en toda regla o plantear un misterio que solamente se verá resuelto cuando recaben datos entre varios miembros de la familia. Imprima una parte de su árbol en MyHeritage y tape algunos nombres antes de ofrecer un premio al primero que consiga averiguar los nombres de los ausentes. Y marque en el calendario un próximo domingo, no demasiado lejano, para presentar resultados, retomar historias y compartir experiencias.

En definitiva, encárguese de mostrar lo mucho que puede ofrecerles la historia familiar como pasatiempo, lo mucho que pueden obtener con ella y, especialmente, el valor de todo aquello que atesorarán investigando, revisando y preguntando a su familia sobre el legado que todos comparten. Un tesoro que pertenece a todos y que aprenderán a disfrutar y enriquecerse con él hasta que, un día en el futuro, sean ellos mismos quienes lo transmitan a sus hijos.

Comentarios

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  • maria inés

    diciembre 8, 2015

    fantástica la propuesta. gracias