Esta es una entrada escrita por nuestro invitado Eduardo Montes, socio fundador de Herega Abogados, está especializado en Mediación Civil y Mercantil por la Universidad de Vigo, y trabaja en el ámbito del Derecho de Familia, Sucesiones y Archivística. Trabaja también investigando en Archivos y es miembro de la Academia de Genealogía, Heráldica y Nobiliaria de Galicia (AGHNG) y de la Fundación Manuel Ventura Figueroa, entre otros.
¿Qué se esconde tras la afirmación “La familia más vieja del mundo”?
¿Qué personaje y qué decisiones tomadas explican la curiosa historia que hay tras este llamativo titular?
En realidad, esta expresión la utiliza el periódico El País allá por el 2008, y aunque tenemos ejemplos conocidos de árboles genealógicos que se remontan decenas de generaciones, sí que se basa en la existencia de una antigua Fundación que se apoya en unas también antiguas y voluminosas genealogías para cumplir su cometido. La Fundación Ventura Figueroa es la única fundación que llega a nuestros días después de haber sido constituida en el Antiguo Régimen. Es la fundación más antigua de España, y el patronato de la misma afirma que es también la más antigua del mundo. Popularmente es conocida como una de las familias con el árbol genealógico también más antiguo, frondoso y estudiado (más de 24 metros de árbol genealógico y miles de expedientes lo atestiguan). La llamada “Ventura Figueroa” nace en 1784 en el momento en que D. Manuel Ventura Figueroa fallece necesariamente soltero y sin descendencia legítima. Don Manuel Ventura Figueroa fue un hombre que se había hecho a sí mismo, llegando a ser gobernador del Consejo de Castilla (equiparable a la actual presidencia del Gobierno) y atesorando una larguísima lista de cargos: hombre de confianza de Carlos III, fue fundador del Banco de San Carlos (precedente del actual Banco de España), ocupaba también los cargos de Patriarca de las Indias, Arzobispo de Laodicea, Protector del Monasterio de El Escorial, Vicario General de los Ejércitos, Gran Canciller y Caballero Gran Cruz de la Orden de Carlos III, Juez Supremos de las Dehesas Reales, Pro-capellán y Limosnero mayor de Su Majestad, Comisario General de la Cruzada, Colector General de los Arzobispados y Obispados del Reino y Arcediano de Nendos, además de protector de la Sociedad Económica Matritense. Dicta todas las leyes eclesiásticas de la época, además de intervenir directamente en las cuestiones internacionales, de Hacienda, Sanidad, Justicia, etc. Sus testamentarios, entre ellos Floridablanca y Campomanes, invirtieron parte de los fondos de la Fundación en acciones del Banco de San Carlos, convirtiendo a la Fundación Figueroa en la primera accionista del Banco Nacional.
Un hombre de leyes que construyó carreteras, asilos, escuelas, y negoció de forma secreta (bajo la dirección del Marqués de Ensenada) el Concordato de 1753 con la Santa Sede, obteniendo el derecho de Patronato Universal para la Corona, a la vez que fomentaba las bibliotecas públicas y donaba la suya a la Universidad de Santiago de Compostela.
En su elogio fúnebre, La Justicia lo califica como Primer Magistrado de la Nación y fue enterrado en la Iglesia de San Martín de Madrid ordenando el rey Carlos III que la guarnición de Madrid le hiciese los honores fúnebres que solo se daban a la realeza.
Pero nada de esto trascendería especialmente y sería probablemente otro más de los grandes olvidados si no fuese por su última y generosa voluntad, en la que, además de por ejemplo destinar 100.000 reales a obras públicas del Reino de Galicia, ordena crear con 4/5 partes de su patrimonio una Fundación Laical que fuese capaz de dar estudios y dotes a todos sus parientes y los descendientes de los mismos. Desde ese momento, sus parientes (los llamados “figueroístas”), descendientes de los abuelos y/o bisabuelos de D. Manuel Ventura Figueroa, acreditan con un estudio genealógico dicho parentesco y acceden, todavía en el presente, a becas para el estudio.
Casi camino de trescientos años después, son muchos los personajes ilustres que han realizado sus estudios gracias a su parentesco con D. Manuel Ventura Figueroa (Bouza Brey o Álvaro Cunqueiro, entre otros) y muchas las familias que han podido estudiar y prosperar gracias a esto; y actualmente podemos consultar casi cuatro mil referencias en el Fondo Documental de la Fundación, además de numerosos árboles genealógicos en los que quedan reflejadas todas las ramas y grados de parentesco posibles hasta los ascendientes del fundador.
Gracias al encargo de Montero Ríos (que fue presidente del Tribunal Supremo, del Consejo de Ministros y también figueroísta) para el registro de los mismos, los árboles genealógicos se pueden consultar en Santiago de Compostela y disfrutar de su fantástica estética y conservación. Éstos, además de cumplir la función de establecer el grado de parentesco con el fundador cuando un pariente tramita su reconocimiento, también fundamentan la figura del “Patrón de sangre”, el pariente vivo más cercano al tronco central.
Para el reconocimiento resulta interesante la labor del Genealogista Profesional, que debe entroncar la genealogía del aspirante con la figura de algún ascendiente reflejado en los árboles que consigna la Fundación, basando el trámite en la partida de nacimiento del mismo, la de sus padres, abuelos, etc.hasta demostrar el parentesco. A menudo se conserva en la memoria familiar la historia de algún ascendiente que fue becado por la Fundación Figueroa; incluso hay casos en los que se conserva copia del documento de reconocimiento de su ascendiente o referencias del Boletín Oficial del Estado o el Diario Oficial de Galicia, lo que facilita la labor y permite incluso acudir directamente a la Fundación.
Más de un cliente se ha puesto en contacto conmigo para localizar estas partidas y así poder tramitar su reconocimiento oficial, y es habitual que puedan consultarse también todo tipo de documentos vinculados a sus ascendientes, incluyendo calificaciones universitarias o correspondencia.
Tras ese acto de generosidad de D. Manuel Ventura Figueroa, donando su patrimonio a parientes que pretendan prosperar con trabajo y esfuerzo, como él lo hizo, se conforma un árbol genealógico común alrededor del tronco del que nace. Sus descendientes -muchos de ellos han cursado sus estudios becados por la Fundación- siguen celebrando una numerosa comida anual en la que rinden homenaje al fundador y charlan sobre su interesante biografía, sobre la Fundación que creó o sobre sus entronques concretos y el punto del S.XVII del que parten.
Suelo decir eso de que todos somos lo que somos porque otros fueron lo que fueron. Y en casos como éste queda patente que la genealogía puede respaldar objetivos y valores comunes, y hace que los lazos familiares se extiendan a límites que de otra forma no serían posibles: recordando a un ilustre “tío” que vivió hace siglos, o al matrimonio de “abuelos” del que dos primos genéticos descienden y que con tanto trabajo sacaron adelante su familia, labor que como todos sabemos MyHeritage facilita enormemente.