Así se investigaba antes, Así se investiga ahora
- Por Sonia Meza
Es innegable que los tiempos han cambiado y seguirán haciéndolo. Un cambio que afecta a todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas: cómo trabajamos, cómo viajamos, cómo nos entrenemos… y cómo investigamos nuestra historia familiar.
Si eres un veterano en tu afición a la genealogía, bastará con echar una mirada hacia atrás y recordar cómo tuviste que trabajarte casi cada nombre de tu árbol. O hablar con un experimentado genealogista, amateur o profesional, que seguro que te podrá contar anécdotas acerca de registros inaccesibles, archivos desorganizados o centenares de kilómetros recorridos para hacerse con un codiciado documento.
No es que los aficionados a la historia familiar de nuestros días no se encuentren con dificultades, desafíos o muros que detengan –la mayor parte de las veces, de forma temporal– su investigación. Pero, sin lugar a dudas, a cualquier usuario decidido a construir su árbol, por novato que sea, le resultará muchísimo más fácil y rápido. Y por si fuera poco, también llegará más lejos con su investigación.
¿Cuál es el responsable de este cambio? Resulta evidente: la tecnología. Ella se ha encargado de proporcionarnos las herramientas con las que MyHeritage nos propone crear un árbol gratuito en unos minutos, encontrar en tan solo unos segundos a nuestros familiares entre bases de datos de millones y millones de personas y descubrir partes de nuestra herencia familiar que no conocíamos gracias a usuarios de todos los rincones del planeta.
Pero, ¿Cómo creábamos o alimentábamos un árbol familiar antes de que tuviéramos un ordenador a nuestra disposición con una conexión a Internet?
LOS PRIMEROS PASOS
Los inicios para componer un árbol familiar son, en muchas ocasiones, idénticos antes y ahora: hablar con nuestros parientes en persona o por teléfono. Escribirles una carta (¡así se hacía antes!) pidiéndoles que compartieran con nosotros datos, documentos… y, si éramos tan afortunados como para que algunos de ellos conservaran viejas fotografías, persuadirlos para que acudieran a un establecimiento especializado donde les realizaran copias de las mismas.
Las imágenes familiares eran guardadas en cajas o álbumes –con hojas adhesivas cuyo pegamento deterioraba en ocasiones inscripciones y fechas escritas en su reverso– y pocas veces se conservaban los negativos necesarios para hacer una copia en las mejores condiciones.
Nada que ver, por supuesto, con las herramientas Fotos de MyHeritage. Seleccionar una de nuestras viejas fotografías y colorearla, repararla, animarla o ¡hacer que nuestro propio antepasado cuente su historia! está al alcance de cualquier usuario y no lleva más de unos minutos, algo que nadie se atrevía a soñar hace un par de décadas.
COINCIDENCIAS SORPRENDENTES
¿Una tía bisabuela en Noruega? ¿Un primo segundo en Florida? ¿Orígenes judíos, árabes, asiáticos, etc. que no conocíamos? ¿Una fotografía o una noticia que habla de nuestro tatarabuelo en un periódico de la época? Todo es posible cuando recibimos coincidencias que unen familiares de nuestro árbol con parientes hasta ese momento desconocidos.
Pero no hace tanto tiempo que estos hallazgos eran muy poco probables o incluso imposibles. Cualquier pariente lejano, cualquier vínculo familiar desconocido, podrían seguir siendo así durante toda la vida si no apareciera su nombre en un documento relacionado con nuestra genealogía. Si en tu familia nadie te había hablado de un tío bisabuelo en, por ejemplo, Norteamérica… ¿por qué se te ocurriría buscar allí?
Por el contrario, en la actualidad y gracias a la tecnología de Smart Matches de MyHeritage, nuestros familiares surgen de repente y desde los lugares más insospechados. Sin movernos de casa, sin revisar centenares de páginas en un archivo, sin encadenar tardes en la sala de lectura de una hemeroteca. Simplemente, ¡ellos vienen a nosotros!
¿MEJOR ANTES O MEJOR AHORA?
No podemos negar el halo romántico que ofrece la imagen del genealogista rodeado de legajos o manejando con cuidado tomos que amenazan con desintegrarse. Incluso muchos investigadores veteranos recordarán con nostalgia todo lo que tuvieron que hacer para encontrar un dato, para documentar una fecha o dar con aquel familiar que buscaron durante años.
Pero más allá de la anécdota y el encanto de las historias que rodean cualquier buena investigación, la genealogía de hoy, gracias a la tecnología, es un pasatiempo igual de divertido, igual de enriquecedor y mucho más práctico y rápido.
No es que nos lo den todo hecho, pero las herramientas de MyHeritage consiguen que hacer crecer nuestro árbol, en muchísimas ocasiones, sea un juego de niños. ¿No estás del todo seguro? Crea hoy mismo tu árbol genealógico gratuito aquí y comienza a disfrutar de las ventajas de la genealogía actual. ¡Te vas a sorprender!