¿Por Qué las Parejas a Menudo Se Parecen?

¿Por Qué las Parejas a Menudo Se Parecen?

Al mirar las viejas fotos familiares y mejorar los rasgos faciales con MyHeritage Reparador de Fotos, puede que hayas notado un fenómeno interesante. A menudo hay semejanzas no sólo entre los miembros de la familia que están genéticamente relacionados entre sí, sino también entre las parejas – que, en la mayoría de los casos, no están genéticamente relacionadas en absoluto. En muchos casos, estas similitudes sólo parecen aumentar a medida que la pareja envejece.

¿Por qué se parecería una pareja si no han heredado el mismo ADN?

Este fenómeno ha sido estudiado en una variedad de contextos, y básicamente, se reduce a dos factores diferentes: cómo seleccionamos una pareja sentimental, y cómo esa pareja nos influye.

¿Los opuestos se atraen? No realmente

Varios estudios han demostrado que tendemos a sentirnos atraídos por personas que nos resultan familiares.

En un estudio realizado en 2004 por Lisa M. DeBruine, los investigadores hicieron que los participantes calificaran el atractivo de los sujetos de las fotos de miembros del sexo opuesto – y algunas de las fotos fueron alteradas digitalmente para hacer que su aspecto fuera más similar al de la persona que miraba la foto. Los resultados mostraron que la gente tiene una preferencia significativa por rostros que se parecen más a los suyos. Resultados similares se mostraron en un estudio de 2013 realizado por Laeng et al.

Estudios más recientes, uno de Fraley y otros publicado en 2010 y otro de Heffemen y otros publicado en 2018, mostraron que las personas tienden a sentir una atracción subconsciente por otras personas que se asemejan a sus padres, especialmente el progenitor del sexo opuesto, como teorizó Freud hace cien años.

Otros estudios, como un análisis de Sebro y otros en 2017, sugieren que las personas tienden a sentirse atraídas por otras que comparten similitudes genéticas. Sin embargo, es muy difícil determinar en qué medida esa preferencia es social y circunstancial. Las personas tienden a pasar la mayor parte del tiempo en círculos sociales con otras personas que son genéticamente similares, y ese puede ser el factor decisivo más que alguna preferencia subconsciente por una pareja genéticamente similar.

Nuestro amor permanece grabado en nuestra piel

El segundo factor que afecta al parecido de la pareja es cómo nos afecta vivir juntos y pasar tanto tiempo a solas.

Los humanos naturalmente se reflejan el uno al otro. Cuando hablas con alguien, subconscientemente imitas sus expresiones faciales, su postura e incluso su tono de voz. Este reflejo nos ayuda a comunicarnos más eficazmente.

Cuando las personas pasan mucho tiempo juntas, se reflejan a menudo, y cada vez más, desarrollan el hábito de usar las mismas expresiones faciales y el mismo lenguaje corporal que su pareja. Como resultado, empiezan a parecerse más, y a medida que envejecen, sus rostros pueden envejecer en patrones similares – pueden desarrollar arrugas en los mismos lugares, por ejemplo, debido a la forma particular en que sonríen, fruncen el ceño o levantan las cejas.

La pareja también afecta el comportamiento de salud del otro: un estudio realizado en 2015 por Jackson et al. encontró que cuando uno de los miembros de la pareja adoptaba un comportamiento de salud positivo, era más probable que el otro también lo hiciera. Así que si uno de los miembros de la pareja dejaba de fumar, adoptaba una dieta más saludable o empezaba a hacer ejercicio regularmente, el otro miembro era más probable que hiciera lo mismo. Nuestra salud afecta nuestra apariencia entre otras cosas, y esto también puede contribuir con el parecido entre parejas.

¿Podrían estas teorías aplicarse también a las mascotas?

También hay un fenómeno de personas que se parecen a sus mascotas, y ambos factores anteriores pueden aplicarse aquí también! Dos estudios publicados en 2004 (uno por Christenfield y Roy y otro por Payne y Jaffe) apoyan la idea de que los humanos tienden a elegir perros que se parecen más a ellos. Los animales domésticos, especialmente los perros, han evolucionado para poder comunicarse de forma no verbal con los humanos, y eso ha incluido el desarrollo de rasgos y expresiones faciales parecidas a las de los humanos. ¡Así que podría perfectamente ocurrir que el mismo proceso de reflejo ocurra entre una mascota y su dueño!

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