Desde Perú, Yair Nik Atala no cuenta su amor por la Historia Familiar
- Por Sonia Meza


La Historia Familiar ha marcado la vida de Yair, de tan solo 17 años, es un placer para MyHeritage conocer su experiencia que puede inspirar a otros en su viaje a sus propias raíces.
Yo, Yair Nik Atala Ríos, nací en San Borja, el más bello distrito a mi parecer de la ajetreada ciudad de Lima, capital del Perú. Tengo actualmente diecisiete años y comencé mi trabajo genealógico en MyHeritage en febrero de 2010, teniendo yo doce años.
Estudié en una escuela Waldorf, aquí en Lima, de donde me gradué el diciembre pasado y a fin de mes viajo a Oldenburg, en Alemania, a hacer un intercambio de tres meses en la escuela Waldorf de allá.
Tuve la dicha de estar siempre rodeado de parientes de avanzada edad, que vertieron en mi infancia historias fascinantes de todo tipo: ficticias, biográficas y las más emocionantes, las de mi pasado familiar. Podía oír decenas de veces la misma historia, pero siempre había un detalle más que se dejaba descubrir. Todavía guardo servilletas donde tenía –para que la memoria de mis abuelas no nos hiciese una mala jugada– rápidamente que anotar con palotes y todos los recursos que un niño usa para plasmar en el papel lo que quiere, aquello que me iban contando.
Así hice mis primeros genealogramas, o árboles genealógicos. Agradezco y me siento en deuda con mi tía abuela, o abuelita como le decía yo, Sarela Hurtado Guzmán, quien fue la principal promotora y narradora de las miles de tardes que pasamos juntos. Si estuviese viva, justo hoy cumpliría 96 años.
Fue pasando el tiempo y como en toda casa donde el tiempo pasó sus buenos ratos, me llamaba mi abuelita a mostrarme alguna fotografía, algún documento o algún objeto que había encontrado, y eso significaba que venía su respectiva historia a continuación. Un día mi abuelita se dio cuenta que tenía un gran interés por nuestro pasado familiar, y juntos agarramos la guía telefónica a hacer llamadas a parientes lejanos –lejanos por consanguinidad o por el tiempo transcurrido sin contacto– y fuimos consiguiendo un par de datos por aquí y unos cuantos lonches por acá.
Llegaron también los avances de la tecnología a nuestras manos y pudimos hacer búsquedas alrededor del globo, eso sí, imposible su realización sin la memoria de Sarela.
Llegó a mí la preocupación que muchos nos hacemos, en mi caso felizmente antes del irremediable suceso. Tenía que grabar y guardar cuanta información pudiera, mientras tuviera a esos seres tan queridos a mi lado. Así hicimos entrevistas con micrófono y videograbadora. No quiero entrar en detalles de qué familiares fuimos descubriendo ni qué apellidos fuimos encontrando, o a qué personajes famosos hallamos, porque estoy seguro que usted en su búsqueda genealógica encontrará algunos, quizás a los mismos o a muchos más.
Con buscadores en internet y con la guía telefónica, fui hallando a familiares de los cuales muchos se sintieron gratos brindándome información. Tengo a tanta gente que agradecer por su colaboración y a tantos que perdonar por haber perdido el contacto. Es algo inevitable, cuanto más se extienda tu investigación, menos tiempo podrás dedicar a cada persona, lo cual no desata los lazos que se tienen.
En todo este camino –que espero esté recién comenzando– he descubierto varias cosas importantes para mí y para otros. Hemos (digo hemos, porque sería muy egoísta decir que solo yo hice todo el trabajo) rastreado el origen familiar en distintas culturas del mundo, hemos podido organizar megaeventos familiares, o simplemente hacer un sencillo café de charla. He pasado de no saber nada o casi nada de una rama familiar, a sentirme orgullosamente parte de ella. Historias que fueron de unos pocos años, hasta orígenes que llevan cientos de años de tradición y cultura. Cuando sabes tu genealogía, te sientes un íntegro ciudadano del mundo, sin temor ni prejuicios a relacionarte con personas de distintos orígenes.
Como ejemplo en mi caso tengo ancestros desde palestinos hasta chinos, desde franceses hasta persas. Y no dudo que es así con todo el mundo, y es trabajo de la genealogía genética averiguarlo. Creo que muchos problemas de la discriminación y aceptación social se difuminarían conociendo, estando orgullosos y respetando los orígenes propios y ajenos.
Como ya dije, hace casi cinco años soy usuario de la plataforma genealógica de MyHeritage y a decir verdad la edad a la que comencé a utilizarla fue muy temprana: doce años. Entré debido a que Myheritage tenía una herramienta de fotografías, donde colocabas tu foto personal y comparaba tus parecidos con algún famoso de hoy en día. Fui buscando más contenido en la página web y hallé la sección de genealogía, que tanto me gustaba, donde llené mis datos y los de unos cuantos parientes. Fui haciendo crecer el árbol poco a poco y una de las cosas que más me motivaron, fue su herramienta Smart Match, que busca coincidencias del árbol en otros árboles de todo el mundo. He advertido cómo MyHeritage ha ido creciendo y adquiriendo otros sitios web de genealogía, así como también fascinantes herramientas genealógicas.