Casas de nuestra infancia: Los mejores recuerdos

Casas de nuestra infancia: Los mejores recuerdos

Recuerdo la casa en la que crecí con muchos buenos recuerdos. Nos mudamos a nuestra casa en las afueras cuando tenía solo 4 años de edad. Vivimos en la misma casa hasta después de irme a estudiar a la universidad.

No caí en la cuenta que todavía tenía un apego emocional a esa casa, hasta cuando volví a hacer una visita reciente con mi propia familia.

En esa visita, el entorno y los exteriores habían cambiado un poco -el jardín no era tan bonito, las persianas estaban pintadas de un color diferente, pero la casa tenía el mismo aspecto y esencia.

Nos dimos una vuelta por el barrio de mi infancia y revivimos todos los lugares que eran especiales. Caminamos hasta un parque donde mis hermanas y yo, pasamos muchas hora felices jugando, antes de ser llamadas para cenar. Mostré a mi hijo nuestro escondite favorito, donde nadie nos encontraba nunca. Viajamos por nuestra antigua ruta de periódicos, que usábamos para repartirlos por las casas del barrio.

Miré hacia la ventana de mi antigua habitación y traté de recordar cómo miraba desde la ventana a los niños que estaban en la calle. En las mañanas frías de invierno, pude ver una ventana cubierta de nieve que anunciaba un día sin escuela y un divertido día en casa con nuestra madre. Era un lugar de muchas buenas noticias: perdí mi primer diente, inicié la educación primaria, aprendí a montar en bicicleta y saltar a la cuerda y tuve mi primera cita con un chico.

El lugar más importante era nuestro árbol del jardín delantero. Cuando era pequeña, le puse un nombre al árbol, que era Sara y agregué el apellido de la familia, que estuvo hasta que nos mudamos. Era apenas una pequeña ramita, apenas era capaz de soportar sus propias ramas. Bajo sus hojas tomamos fotos del primer día de escuela de cada año. Cuando volví, Sara la débil se había transformado en un precioso árbol, dando sombra a la mitad del jardín delantero. Casi no lo reconocí. Pude darme cuenta cuántos años habían pasado y cuánto he crecido al no estar allí.

Mis hermanas frente a mi árbol «Sara»

Sin embargo, por mucho que las cosas hayan cambiado, se han mantenido casi exactamente iguales. Fue maravilloso recordar los tiempos felices del pasado y compartirlos con mi esposo e hijo. Me dió la oportunidad de hablar de mi infancia, y mostrarles de donde vine.

¿Dónde estuvo la casa de tu infancia? ¿Alguna vez la visitaste siendo adulto? ¿Qué recuerdos te inspiró? Comparte tus recuerdos con nosotros en los comentarios, a continuación.